
Mientras el hakawati esta contando un cuento, los demás beben té y fuman la pipa árabe llamada “sisa” y ninguno quita vista y oído al Cuentacuentos. Pueden usar instrumentos, como el oúd árabe, o también pueden usar réplicas de armas antiguas o cualquier cosa que ayuda a entrar en la historia al oyente.
Este trabajo era tan importante que la aristocracia árabe solicitaba sus servicios tan frecuentemente que solían llegar a ser amigos…incluso familia. Un ejemplo del poder del vínculo de las palabras está reflejado en el libro de “Las mil y una noches”.
Este libro muestra creencias que no conocía, mezclándose con la vida real del protagonista. A veces me imagino en una de esas salas, con la mirada puesta en el hakawati y con la mente lejos, lejos de aquí…
4 comentarios:
Amparo, este es un buen artículo.
Si esque a veces no sabemos apreciar la belleza de las culturas que nos rodean, y son preciosas.
UN ABRAZO;
Aitor
Hola Amparo: ¿As leido "LAS MIL Y UNA NOCHES" una moza tuvo al rey mil y una noches pendiente de sus hitorias.
Todas las culturas nos enriquecen si las miramos con ojos de hermanos.
Un abrazo
Hola, Amparo:
Te agradezco el que compartas con nosotros lo que lees, yo no conocía ese libro, pero tampoco sabía que la persona que cuenta cuentos se le llama Al-hakawati ni tampoco que antes de que existiera la televisión las personas iban a los cafés a contar cuentos y leyendas árabes, y es que es grato compartir para aprender entre todos, siempre aprendemos algo nuevo con ello, y que cada cultura es tan diferente, y algunas tan cautivadoras ¿verdad?
Un besazo, Amparo.
En estos momentos estoy leyendo "El contador de historias", y me parece un libro maravilloso. Buscando información sobre los hakawati encontré tu artículo.
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